Camárógrafos contratados, y precarizados, por La ropa es lo de menos han conseguido este documento único donde se puede ver a uno de los rebeldes festejando y bailando.
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Lo cotidiano, el día a día... La gente común y la no tanto, toda en un mismo espacio. El elemento común: la ROPA y sus ACCESORIOS.
Para Frida la vestimenta no tenía solamente un valor simplemente estético o de uso, poseía toda una carga simbólica.
La artista tenía una forma de vestir peculiar para la época, ya que en pleno siglo veinte optó por abandonar las prendas occidentales para abrazar la herencia de los pueblos originarios que poblaron el sur México y Centroamérica. Frida prefería vestir los atuendos de los pueblos tehuanos de la zona del estado de Oaxaca y otomíes de la zona de Veracruz, Hidalgo y Querétaro.
Su relación con el famoso muralista Diego Rivera marcó un antes y un después en su vida, tanto en lo artístico y político como en su forma de vestir. Allí es cuando toma como propia la herencia de los pueblos originarios. Juntos hacen una valoración de la mujer aborigen frente al avance de la hegemonía norteamericana sobre Latinoamérica.
Según la diseñadora Lidia Lavin, quien realizó una investigación iconográfica de las prendas, Frida, al elegir la vestimenta consideraba su simbolismo. “Por ejemplo, utilizaba el huipil yalalteco -especie de blusa-, que lleva una trenza enfrente que se relaciona con el matriarcado. También usaba trajes de tehuana, mujeres que se destacan por su fortaleza” afirma Lavin. Por su parte el director del Museo Frida Kahlo de la ciudad de México, Carlos Olmedo, sostiene: “Es que estas prendas fueron transformadas por la artista y convertidas en piezas de arte cotidiano”.